Diferente a los dioses.  (Jeremías 10:1-16)

Diferente a los dioses.  (Jeremías 10:1-16)

Sep 23, 2023

Introducción: Jeremías, un profeta cuyas palabras se originan en una época en la que la fe en Yahvé había perdido claridad entre muchos israelitas. Influencias de otras religiones se estaban filtrando, todo se mezclaba y volvía difuso. ¿Suena familiar? En este contexto, Dios siente la necesidad de distinguirse claramente de otros dioses. Una de las diferencias cruciales es que no tenemos que temerle. Este miedo infundido es una característica común en la religión organizada, y el cristianismo no está exento de ello. ¿Cuántas veces hemos escuchado advertencias del tipo: "No toques la mermelada, ¡o Jesús se enojará contigo!"

El Dios que no asusta: Dios no pretende ser una figura amenazante que controle nuestras acciones. Esto, como veremos, no funciona realmente. Imagina a un niño que ha desobedecido y ha comido mermelada a escondidas, a pesar de la advertencia. La madre regresa y encuentra el tarro vacío. "¡Oh, hijo, cómo pudiste!" exclama. "Jesús estará muy triste ahora". La respuesta del niño: "No, mamá, le puse una toalla encima. ¡No pudo ver nada!".

Nadie como Él: Las palabras del Salmo 86:6-7 nos recuerdan que no estamos tratando con un ser aterrador: "No hay nadie como tú, Señor; eres grande, y tu nombre es glorioso en poderío". No son las palabras de alguien que teme por su vida, sino de alguien que admira la grandeza y el poder de Dios.

Invitación a la admiración: Hoy en día, Dios todavía nos invita a conocerlo y asombrarnos por Él. Quiere que aprendamos a confiar en Él. Como dijo a los discípulos en el monte de la Transfiguración: "No teman". Y aquellos que ya no temen a Dios no tienen por qué temer nada ni a nadie.

Los ídolos de madera: En ese entonces, los ídolos eran hechos de madera o, dependiendo de los recursos disponibles, de piedra, bronce, plata o incluso oro. Los pueblos vecinos de Israel adoraban a otros dioses, cada uno encargado de una esfera diferente, ya sea caza, guerra, belleza o fertilidad. Cada estación tenía sus dioses, e incluso detrás del sol, la luna y las estrellas se suponía que había deidades.

Nuestra necesidad de seguridad: Hoy en día, aunque ya no adoramos a esos dioses, nuestra necesidad de seguridad sigue siendo la misma. Pero en lugar de depender de ídolos, confiamos en cosas tangibles: un automóvil confiable, un teléfono que nunca se apaga, una alimentación saludable y el refugio de nuestras casas.

¿A quién sirven nuestras posesiones?: La pregunta es: ¿les servimos a estas cosas o ellas nos sirven a nosotros? El relato del rico granjero en la parábola de Jesús nos advierte sobre acumular riquezas sin considerar lo eterno. En esa misma noche, el granjero murió. ¿Qué hay en tu vida que ocupa el lugar de Dios?

La vida en manos de Dios: Jeremías nos recuerda que todo es finito, nuestras posesiones valiosas, nuestra propiedad e incluso nuestra salud. No tenemos control total sobre nuestras vidas. Dios, el creador de todo, merece nuestra admiración y nuestra confianza. La Tierra y su maravillosa creación son un regalo suyo. Dejemos de temer a lo incierto y confiemos en sus manos amorosas.

Conclusión: Jeremías nos llama a reconocer que el mundo en el que vivimos no está gobernado por dioses ajenos o poderes extraños, sino por Él mismo. En sus manos amorosas encontramos seguridad. Depende de nosotros elegir aceptar este regalo en lugar de depender de cosas temporales. Experimentemos su poder y amor en nuestras vidas y digamos, como Jeremías, "¡Nadie es como Tú!".

Amen.


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